lördag 29 oktober 2011

Las FARC-EP llaman al pueblo a abstenerse en las elecciones mañana



Elecciones en Colombia FOTO: Dick Emanuelsson


Las elecciones de la minoría en Colombia

Las FARC-EP llaman al pueblo a abstenerse

Por Dick Emanuelsson

TEGUCIGALPA / 2011-10-29 / La mayoría del pueblo colombiano no cree en la democracia representativa en este país manchado con tanta sangre y por ende no votará mañana domingo. La guerrilla de las FARC llama al pueblo a abstenerse y promete que hará todo lo posible para impedir a los candidatos paramilitares que se postulen pese a ser autores de tantas masacres. Permitir que esa gente acceda a puestos institucionales sería un acto de complicidad con el crimen organizado. Esto deja bien marcada la diferencia entre la democracia o gobierno del pueblo y la democracia tutelada, sometida, genuflexa a los grandes intereses multinacionales.
Casi 31 millones de colombianos eligen mañana domingo a 32 gobernadores, 1.103 alcaldes, a centenares de concejales municipales y diputados departamentales, así como a miembros de juntas administradoras locales (JAL).
En las elecciones anteriores hasta los muertos “votaban” o mejor dicho, todo cambió cuando llegó el jefe paramilitar a “visitar” a los fiscales de las mesas receptoras de voto, preguntando por la lista del padrón electoral, lo cual de por sí representó un amedrentamiento indudable.


El guerrillero Manuel. FOTO: Dick E.
MÚLTIPLES DECLARACIONES de los jefes paramilitares muestran que el paramilitarismo, en alianza con caciques locales-regionales y nacionales, estaban y están creando un estado mafioso. El presunto desarme o la desmovilización falsa del paramilitarismo, bajo el gobierno de Uribe, fue reemplazado por esos genocidas bajo un nuevo nombre; BACRIM. La meta es la misma, cooptar el poder local y regional para que el crimen organizado y el poder político sean intocables y permanezcan intactos. Los ocho años de mandato de Uribe reforzaron el poder de la mafia colombiana, extendiéndolo hacia los distintos departamentos.
Nada ha cambiado en el fondo de ese Poder Fáctico. Cada tanto la administración de Santos envía un narco para Estados Unidos. No se habla, como durante el régimen de Uribe, sobre el paramilitarismo, ahora se cambio el término por el de “delincuencia común”, cosa que los organismos de derechos humanos nacionales e internacionales rechazan rotundamente, ya que es clarísima la diferencia entre ambos términos. Es en el marco de esa situación que una minoría del pueblo irá a las urnas mañana para elegir autoridades locales.

SE HA ESPECULADO MUCHO en los medios y sectores políticos colombianos sobre cual será la posición de la guerrilla. La insurgencia ha sido estigmatizada por haberse involucrado en las luchas populares que en Colombia, últimamente, se han intensificado en forma impresionante y no es para menos. No debería sorpender a nadie que la guerrilla con sus milicianos, estén en la misma pelea política, más bien debería considerarse algo lógico ya que la guerrilla, en si misma, es un movimiento político-militar y así se ha declarado desde su génesis. Estamos seguros que sin base social la guerrilla no sería nada, y sin trabajo político tampoco habría acciones armadas.
El régimen de Santos presiona militarmente cada día más, los propios analistas que responden al aparato, así como los comentaristas aliados a ese poder nefasto como son las Fuerzas Militares, están preocupados por la creciente desmoralización de sus propias tropas.
Como dato puntual, podemos asegurar que la guerrilla ha reestructurado su propio ejército popular y su accionar para ser menos vulnerables frente a la tecnología militar de punta que el Pentágono está suministrando a las Fuerzas Militares más poderosas y grandes de America Latina. Es importante destacar que pese a su despliegue no han logrado cumplir su cometido: el exterminio de la insurgencia.
Las siete bases gringas en Colombia.
La guerrilla no se concentra en grandes campamentos y se mueve en unidades de seis guerrilleros para evitar grandes pérdidas humanas en los bombardeos. También ha tomado nuevas medidas de protección, para evitar que personas que entren a un campamento no puedan hacerlo con algún “chip” introducido en su ropa y que pueda ser rastreado por la aviación. Con esto decimos, que han ganado experiencia, luego de sucedidos algunos errores, evitando en lo posible, que vuelvan a cometerse.


EN LOS PARTES DE GUERRA publicados tanto en los medios colombianos como en los propios partes de la guerrilla, los resultados fueron en varios casos desastrosos para las FF.MM. colombianas que sólo en la semana pasada, pudo contar y registrar más de 30-40 militares dados de baja por la guerrilla y muchos más heridos en combates. En varias acciones la tropa oficial ha caído en campo minado o en emboscadas al clásico estilo vietnamita.
Es decir, pese a la impresionante tarea de inteligencia de las FF.MM., la guerrilla ha recuperado gran parte de la capacidad militar que tenía entre los años 2007-2008, cuando podía movilizar grandes contingentes de tropas, con 500-600 guerrilleros. Hoy cambió su modalidad dados los avances de la aviación sustentada por los gringos y esto lo hacen utilizando nuevas prácticas, evitando ser presas fáciles de los intereses movilizados contra la organización popular en armas.

En "fila india" guerrilleros del Bloque Sur de las FARC-EP. Foto: Dick E.


Desde su posición de fuerza es que la guerrilla se pronuncia públicamente sobre las elecciones de mañana y lo hace a través de un comunicado publicado ayer mismo, casi en las vísperas de esa contienda electorera.
En ese comunicado la guerrilla critica a la Registraduría Nacional del Estado Civil. Según las FARC, la entidad encarna a “la oligarquía que mal gobierna al país” por cuanto “es uno de sus mayores exponentes” dado “el clientelismo, fraudes, trapisondas, manipulación y engaño a través de los medios de comunicación, compra de votos, traslado de votantes, utilización de cédulas falsas y de personas fallecidas”. Todo ello fácilmente comprobable, porque sabemos que en Colombia jamás las elecciones fueron verdaderos actos democráticos.

IRONÍA SOBRE LOS COLOMBIANOS más corruptos, es decir los congresistas. Tengamos en cuenta que una considerable parte de ellos están detrás de las rejas, sentenciados por la Corte Suprema de Justicia en casos de “Para-política”. Fueron esos casos que por más que se haya pretendido silenciar, la evidencia los dejó al desnudo. Cómplices emblemáticos de haber sido los mismos patronos o capos del para-militarismo, que fuera utilizado como fuerza asesina local o regional en las campañas electorales anteriores. Y nada indica que no actuarían de la misma manera en esta campaña que culmina mañana
“Un ´honorable´ senador y gran elector, lo resumió para la posteridad en letras de piedra: “Una sola alcaldía es mejor negocio que el narcotráfico”. Eso da idea del tamaño de la corrupción en Colombia. (…) Ellos mismos y sus jefes empotrados dentro del aparato del Estado, pretenden endosarle a la guerrilla revolucionaria el saboteo al acto “democrático”, desviando el foco de la atención y engañando de esta forma a la opinión”, dicen las FARC-EP con claridad sarcástica.

La guerrillera Marlene. FOTO: D.E.
ANTE ESA GRAVE SITUACIÓN LA GUERRILLA llama a la población a abstenerse en las elecciones, por no brindar garantía el estado, mucho menos instituciones honestas. En vez de aceptar billetes por un voto comprado por el terrateniente, el ganadero o los industriales, las FARC-EP convocan a las masas populares a reforzar e intensificar la lucha político-social:
“Coherentes con estos razonamientos y consecuentes con nuestros planteamientos a lo largo de esta larga jornada por la democratización y liberación de nuestra patria, llamamos al pueblo colombiano a la abstención. A persistir en la movilización de masas por la defensa de sus reivindicaciones y de sus derechos e incrementar la lucha por el cambio de las costumbres políticas en nuestro país”.
Las FARC-EP hacen una importante distinción en su llamamiento al pueblo. Exigen que no repriman a la izquierda legal en la contienda electoral, una izquierda que ha pagado una terrible cuota de sangre por ejercer el derecho constitucional a ir a las urnas, enterrando miles de los mejores cuadros del pueblo en la guerra sucia no declarada de una oligarquía asesina en Colombia:
“Y llamamos a aquellos que han decidido participar, a no votar por los representantes de los partidos de la oligarquía, enemigos del pueblo y verdaderos responsables de la violencia, corrupción e injusticias que azotan a Colombia. (…) De nuestra parte respetaremos la voluntad ciudadana de votar por quien se desee”.


Una de miles de vìctimas por el paramilitarismo.

ESTO MARCA UNA DIFERENCIACION ENTRE los candidatos que no son paramilitares o servidores del Poder Fáctico local, que muchas veces se mueven en los mismos senderos de la mafia o el crimen organizado. Las FARC-EP aseguran que harán todo lo posible para impedir la elección de representantes paramilitares:
“Impediremos sí, la presencia de candidatos reconocidos del paramilitarismo en nuestras áreas de influencia y nos opondremos por todos los medios a que cualquier candidato nos utilice en sus campañas, o para apoyar candidatos de los partidos del oficialismo, a la vez que contribuiremos a la creación de mecanismos de control popular que fiscalicen la gestión de los elegidos, de forma permanente”.
En continuación reproducimos el comunicado
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FUERZAS ARMADAS REVOLUCIONARIAS
DE COLOMBIA-EJÉRCITO DEL PUEBLO

FARC – EP


S
e aproxima el 30 de octubre y con él la fecha de los comicios electorales en los que se elegirán “representantes” a los cuerpos colegiados de Asambleas Departamentales y Concejos Municipales, Alcaldes y Gobernadores. Se presume que en dichas elecciones, el pueblo elige a sus gobernantes y que estos gobernaran en nombre y por voluntad de los gobernados.
Aparentemente, estos comicios son un acontecimiento democrático en el que se “renuevan” las instituciones y se eligen los “representantes” del pueblo.
Pero, vale la pena preguntarse: ¿realmente esto sí es así?
¿Será que esos “representantes”, sí representan al pueblo colombiano, como suele decirse?
¿Será que el alcalde sí es el representante de los intereses de toda la municipalidad y el Gobernador quien representa a todos sus gobernados?
En nuestra opinión y en la de muchos otros colombianos, esto no pasa de ser uno más de los mitos estatales con los que se trata de ocultar una verdad de a puño: que la “democracia representativa” es el gobierno de la clase dominante y de la clase en el poder.
Por lo menos en Colombia nadie podrá negar, en primer lugar, que las elecciones son tramposas y que sus resultados son espurios, en segundo lugar, que la mal llamada “representación”, excluye al pueblo del gobierno de la nación, y, en tercer lugar, que la gestión pública queda siempre en manos de los testaferros políticos, de las mafias del narcotráfico, de las mafias de la corrupción, de las mafias de los contratistas, de las mafias paramilitares, o de las mafias que defienden intereses de multinacionales extranjeras y, otra vez, de las clases dominantes.
Nuestro pueblo no puede seguir dejándose engañar más. Con muy pocas y honrosas excepciones de representantes de partidos y movimientos de izquierda, la verdad es que la totalidad de los representantes de la coalición gobernante, no son portadores de ideas ni de programas que beneficien la nación, solo aspiran a lograr posiciones. Son electoreros, empresas electorales y nada más.
Participan en las elecciones con el fin de obtener una curul o un puesto público para enriquecerse, o para servir a intereses de los enemigos del pueblo. Ya un “honorable” senador y gran elector, lo resumió para la posteridad en letras de piedra: “Una sola alcaldía es mejor negocio que el narcotráfico”. Eso da idea del tamaño de la corrupción en Colombia.
Dentro de las muchas instituciones podridas que en Colombia sirven de sostén a este régimen tan injusto de las mafias y de la oligarquía que mal gobierna al país, la Registraduría es uno de sus mayores exponentes: clientelismo, fraudes, trapisondas, manipulación y engaño a través de los medios de comunicación, compra de votos, traslado de votantes, utilización de cédulas falsas y de personas fallecidas, violencia de la fuerza pública y participación abierta del paramilitarismo, (incluyendo la participación desvergonzada de sus jefes desde las cárceles), etc., así como la ausencia de garantías para adelantar una real oposición al régimen político y al establecimiento, son los componentes que al final determinan los resultados, y no la voluntad popular.
Toda esta podredumbre, per sé y de ahora, ilegitima los resultados, cualquiera que ellos sean, y es esta realidad, de la que son cómplices la mayoría de los dirigentes y partidos políticos participantes, los verdaderos saboteadores del proceso eleccionario, pese a lo cual, ellos mismos y sus jefes empotrados dentro del aparato del Estado, pretenden endosarle a la guerrilla revolucionaria el saboteo a las mismas, desviando el foco de la atención y engañando de esta forma a la opinión.
Coherentes con estos razonamientos y consecuentes con nuestros planteamientos a lo largo de esta larga jornada por la democratización y liberación de nuestra patria llamamos al pueblo colombiano a la abstención. A persistir en la movilización de masas por la defensa de sus reivindicaciones y de sus derechos e incrementar la lucha por el cambio de las costumbres políticas en nuestro país.
Y llamamos a aquellos que han decidido participar, a no votar por los representantes de los partidos de la oligarquía, enemigos del pueblo y verdaderos responsables de la violencia, corrupción e injusticias que azotan a Colombia.
De nuestra parte respetaremos la voluntad ciudadana de votar por quien se desee.
Impediremos sí, la presencia de candidatos reconocidos del paramilitarismo en nuestras áreas de influencia y nos opondremos por todos los medios a que cualquier candidato nos utilice en sus campañas, o para apoyar candidatos de los partidos del oficialismo, a la vez que contribuiremos a la creación de mecanismos de control popular que fiscalicen la gestión de los elegidos, de forma permanente.
SECRETARIADO DEL ESTADO MAYOR
Montañas de Colombia, Octubre de 2011
¡CONTRA EL IMPERIALISMO – POR LA PATRIA ¡
¡CONTRA LA OLIGARQÍA – POR EL PUEBLO!
¡HASTA LA VICTORIA– SOMOS FARC-EP!

söndag 16 oktober 2011

REGRESÓ LA REVOLUCIÓN A NICARAGUA (3): Habla el alcalde de León: “Nuestro principal objetivo es romper el ciclo de la pobreza”

El alcalde de Leòn, Manuel Calderón en los 31 aniversario de la Revolución. Foto: César Pérez.





VAMOS A NICARAGUA POR QUE REGRESÓ LA REVOLUCIÓN (3)

Habla el alcalde de León: “Nuestro principal objetivo es romper el ciclo de la pobreza”

 

POR DICK Y MIRIAN EMANUELSSON


Podemos hablar de cambio brusco si mencionamos el hecho de quitarse el uniforme verde olivo para vestirse de civil convirtiéndose en alcalde, cargo que mucha gente, en Centroamérica, considera un puesto burocrático.
Este cambio le tocó, por opción, a Manuel Calderón, antiguo comandante guerrillero que sigue la lucha pero desde la trinchera política y administrativa, siendo el alcalde de León, la segunda ciudad en Nicaragua.


VIDEO, 28 min.: http://vimeo.com/30527986



MÁS VIDEOS DE NICARAGUA 2011:
CONSTRUYAMOS JUNTOS: Reportaje en la obra de construcción en la ciudad de León
GUILLERMO CENTENO CHÉVEZ, coordinador de la “Organización de Revolucionarios Discapacitados, Ernesto Che Guevara”: http://vimeo.com/27362702
Videos sobre Nicaragua: http://vimeo.com/album/222608



LEÓN / NICARAGUA / León es “La Capital de la Revolución”. Ya a principios de julio de 1979, los guerrilleros sandinistas habían derrotado militarmente a la Guardia Nacional y a las fuerzas especiales asesinas que comandaba la dictadura somocista. Fue en León que la Junta de Reconstrucción y Reconciliación, el 18 de julio de 1979, asumió el poder para levantar a Nicaragua, convirtiéndola en soberana y floreciente. Al día siguiente, llegaron a la capital del país, Managua.
Entre los guerrilleros y comandantes que levantaron sus fusiles hacia el cielo, esos días heroicos en la ciudad de la costa pacifica, se encontraba Manuel Calderón, siendo comandante de las tropas sandinistas en la región norte de la costa atlántica, más precisamente en la ciudad minera de Siuna.

Manuel Calderón.
Foto: Mirian E.
NO REPRESENTA EL PROTOTIPO de un político y menos de un alcalde, en una ciudad de tal importancia como es León. Se ve un poco inquieto y recto en su forma de hablar. ¿Diplomático? Para nada, dice las cosas tal como son y nos gusta, porque como reporteros anti sistema no nos interesan las charlas electoreras, generalmente vacías de contenido.
Quizás ese es el sinónimo del Sandinismo año 2011, el de ser concreto en el mensaje político y nada de “carretas”. No prometer “LA GRAN REVOLUCION”, como en la década ´80, para no poder cumplirla.
– ¿Aquí? ¡Nunca! responde a la pregunta respecto a si la oposición alguna vez ha gobernado en León. Desde que León se emancipó, los liberales nunca han llegado a la alcaldía. Cuando Felipe Pérez, siendo alcalde, se separó del Frente Sandinista y fundó el MRS (Movimiento de Renovación Sandinista), él se lanzó como candidato a la alcaldía. Pensábamos que podíamos perder, que el voto sandinista se iba a dividir, pero no se fue así. Mostró que el voto de la población fue para la política sandinista.

Foto: Jairo Cajina, CCC.

FUE A MEDIADOS DEL ´90, cuando algunos personajes de la dirigencia sandinista que fundaron el MRS, creyeron que ser socialdemócrata e ir a los cocktail del embajador gringo, les daría estatus y se equivocaron de cabo a rabo. La militancia, y sobre todo la base y la juventud sandinista, junto con el pueblo no militante, dieron su apoyo a los comandantes y lideres que fueron elegidos en el congreso del FSLN. Hoy, el MRS esta prácticamente moribundo, tiene una alianza con el partido liberal independiente (PLI) y su candidato presidencial es un viejo anticomunista y empresario. Hablamos ahora de un FSLN como partido con varias corrientes, compuesto por varios sectores sociales, unido en la convicción que Nicaragua tiene que crear fuentes de trabajo, ocuparse de la educación y salud para los más pobres y así avanzar en un frente unido, con una política que favorezca al sector mayoritario del pueblo: los pobres.

¿CUÁLES SON LOS TEMAS más importantes para un alcalde sandinista 2011?
– El municipalismo desapareció en 1934, después que Somoza asesina a Sandino. El gobierno norteamericano orientó (a Somoza) de ejecutar elecciones municipales para demostrarle al mundo que el pueblo de Nicaragua no quería nada con Sandino. Las elecciones se las hicieron en zonas en donde había andado Sandino. Para su desgracia, ochenta por ciento de los municipios fueron ganados por gente que había andado con Sandino. Las elecciones fueron anuladas. Y anularon totalmente el municipalismo. Aparece primero legalmente en el ‘87 como Consejos de Gobiernos Municipales electos por la población, según la nueva constitución de ese año.

"Sandino vive".
– El Frente Sandinista rescató el municipalismo y se llama hoy “Junta Municipal”. Las primeras elecciones se hizo en 1990.
Los liberales ganaron el 1990 una gran mayoría de las alcaldías, la presidencia y la Asamblea Nacional. Pero fueron gracias al respaldo de la guerra de Estados Unidos contra ese pequeño país centroamericano que solo quería vivir en paz y salir del subdesarrollo. Cincuenta mil muertos, centenares de miles de lisiados por la guerra, un país con su economía destrozada y un servicio militar obligatorio, fueron los factores por los cuales los sandinistas perdieron las elecciones en 1990.

– LOS TRES GOBIERNOS NEOLIBERALES (1990-2006) se caracterizaron por el revanchismo. León padeció ese flagelo durante los 16 años, es decir falta de recursos y proyectos (estatales), sumados al odio. León recibía transferencias de 15 millones de pesos al año, con 200.000 habitantes. Otros municipios bajo control liberal, como por ejemplo Wivili, recibía 20 millones pese a que sólo tiene 25.000 habitantes. Los liberales no saben ni ganar ni perder, mucho menos aprovechar situaciones.
Sostiene el alcalde que los sandinistas tienen un concepto más amplio de nación, lo cual permite que los municipios puedan desarrollar programas apoyados por el gobierno nacional y viceversa, es decir, que también los gobiernos locales pueden apoyar a programas nacionales como complementarios, o lo que llaman “Responsabilidad social compartida”.
– Ejemplo de eso es la vivienda, donde el gobierno nacional pone una parte, nosotros (alcaldía) una y la población otra. Antes, los gobiernos liberales utilizaron los Fondos de Inversión, no para los pobres sino para construir hoteles y balnearios para los ricos. Es una realidad que pone en evidencia la diferencia entre gobiernos de izquierda y de derecha. Nuestro principal objetivo es romper el ciclo de la pobreza, que la población salga de la marginalidad. Para la derecha su principal objetivo es la acumulación de las riquezas en mano de unos pocos.

"Construyamos juntos". Foto: Mirian Emanuelsson.
LAS ELECCIONES MUNICIPALES en noviembre del 2008 fueron un reflejo de como el pueblo nicaragüense interpretó las dos posiciones; derecha y ricos y la izquierda y mayoría del pueblo. El FSLN arrasó literalmente con los liberales y aumentó alcaldías bajo control sandinista de 87 a 109 de las 153 existentes en Nicaragua, pese a que el gobierno sólo había trabajado menos de dos años.
La oposición, respaldada por un poderío impresionante como EE.UU. y gran parte de la Unión Europea, encabezada por la embajadora sueca Eva Zetterberg, salieron gritando que había sido un fraude, que había una dictadura. . . . El candidato liberal a la alcaldía en Managua, el corrupto banquero Eduardo Montealegre, exigió un reconteo de los votos en la capital. El Consejo Superior Electoral, CSE, dijo que sí, decisión que no esperaban los liberales que entonces optaron por no asistir al reconteo en Managua, ausentándose con sus presuntas “pruebas” que nunca fueron presentadas, a riesgo de descubrir su mentira.

ONG´s COMO “HAGAMOS DEMOCRACIA” o Transparencia, organismos financiados por fachadas de la CIA como NED (the National Endowment for Democracy) o USAID tampoco pudieron presentar pruebas de un supuesto fraude, sino apenas algunas irregularidades que son comunes en las elecciones en cualquier parte del mundo. Sólo del NED, Hagamos Democracia, recibió más de 650.000 dólares entre los años 2001-2006. En Honduras fue el único organismo que actuó en las elecciones golpistas del 29 de noviembre de 2009. La seccional de Hagamos Democracia recibió 30 por ciento de todo el presupuesto de USAID.
Comenzó una campaña internacional con la intención de ilegitimar las elecciones en 2008 y al mismo tiempo declarar al gobierno sandinista como corrupto, fraudulento y autoritario hasta que poco a poco fue convirtiéndose en “dictadura”. Tan puntual como cuando las mismas fuerzas internacionales acusan a Chávez de sus “intenciones dictatoriales” y lo hacen, justamente, porque carecen de la fuerza necesaria para hacer ellos mismos una buena elección.

HUBO UN DATO CURIOSO, que se produjo cuando el presidente de la Internacional Liberal, Hans van Baalen, ex coronel holandés pisó, en noviembre de 2009, Nicaragua, con la intención de conspirar e instigar a los generales nicaragüenses, buscando las posibilidades de llevar a cabo un golpe de estado militar en la tierra de Sandino. Buscaba reeditar la situación de Honduras ejecutada cinco meses atrás, luego de la victoria sandinista en las elecciones municipales del año anterior.
El pueblo nicaragüense no aceptó esa presencia y mucho menos la intención que arrastraba esa visita sorpresiva. Ello produjo su retiro inmediato rumbo a Honduras, donde fue recibido por el jefe de la junta cívico-militar, Roberto Micheletti quien, obsecuentemente condecoró al holandés con la orden de Francisco de Morazán, produciendo la ira del pueblo movilizado y organizado en la Resistencia hondureña.

El Dictador recibe el Gran Liberal, Hans van Baalen, ambos condecorándose.

LA CAMPAÑA CONTRA NICARAGUA consistía en congelar fondos de la Unión Europea para presionar al gobierno de llamar a nuevas elecciones municipales. Poco a poco, los emperadores del siglo XXI, fueron conociendo la esencia del pueblo de Sandino y su negativa a acatar pautas impuestas, aunque es visible que las inversiones extranjeras y nacionales han aumentado en el mismo nivel que el estado nicaragüense hoy tiene mejores relaciones diplomáticas y comerciales que en épocas anteriores.
– Nunca ha salido gobiernos locales sandinistas acusados de ser corruptos. Pero si, han salido gobiernos liberales, acusados y sentenciados por corrupción. Son cosas que la población ve y va viendo quien hace y quien administra las cosas y sus recursos de la mejor manera, ya que regresa en bienestar social los impuestos que pagan. Eso ha permitido al Frente Sandinista que avance, y eso fue una de las cosas que más maleó a los gringos y ellos prácticamente no reconocieron las elecciones, como hicieron en 1934, cuando decían que eran “fraudes”.
– Perdieron (EEUU) dos cosas; el indicador, por que fallaron la matemática. En 1990 ganó el Frente 25 alcaldías. El 1996 ganamos 50 alcaldías. En el 2000 ganamos 62 alcaldías, en 2004 ganamos 87 alcaldías y en 2008 ganamos 109 alcaldías. En ningún momento nos hemos ido para atrás. No dudo que en las elecciones del 2012 aumentemos a 115 alcaldías. No pensaron en eso ¿o pensaron que todavía estaban en 1934? dice el alcalde Calderón sin reírse lo más mínimo.

EN LOS DIFERENTES CABLES DE WIKILEAKS, el embajador James Callahan se queja por la falta de perspectiva política de los liberales. Sólo piden plata, se queja el embajador que da por hecho el triunfo el próximo 6 de noviembre, tanto del presidente Daniel Ortega como de la mayoría de diputados sandinistas en la Asamblea Nacional.
Y no es para menos. Decenas de alcaldes liberales se dan cuenta hacia adonde corre el viento y ante una derrota humillante, han pasado al bando sandinista. Estos no se dejan provocar, sino que siguen tocando y cantando desde el 2006 la vieja canción de John Lennon; “Give peace a Chance”, musicalmente traducida como “Paz y Trabajo”, que no es ni más ni menos que lo que el pueblo tanto ha reclamado.
Ante estas elecciones también se escucha en todas partes de Nicaragua, la clásica canción “Stand by Me”, que fue un gran éxito de los Rolling Stones. En la Plaza Pablo II, el 19 de julio, 600.000 nicaragüenses cantaron y bailaron con esa melodía, demostrando que los sandinistas del año 2011 han aprendido muchas lecciones del pasado, sobre todo a manejar la subjetividad poniéndose junto al pueblo para comprender sus necesidades, preocupaciones, anhelos, alegrías y tristezas en una etapa donde el imperialismo cultural también forma parte de lo ideológico, en su eterna búsqueda de deformar y manipular a la población.
Los sandinistas han logrado entender como contrarrestar a ese imperio anticultura y lo hacen desde la misma cancha donde han abierto el juego. Algo no muy común en este mundo de Cyber Space, Ipod y celulares de la más alta tecnología de punta.

LA POLÍTICA MUNICIPAL es la política más concreta porque obliga al sandinista de la cuadra, del barrio, saber adonde los vecinos quieren poner el paradero del bus, qué hacer frente al problema de la basura, la escasez de agua, los apagones de la energía, es decir, entender en su máxima expresión cuales son las prioridades de su pueblo.
Unas semanas después de nuestro reportaje, en León, se reunieron 250.000 habitantes, recibiendo al candidato sandinista a la presidencia, Daniel Ortega. Si bien nunca está todo dicho hasta que se dice, no hay dudas que las probabilidades de los sandinistas para ganar la alcaldía de León, en 2012, están casi al alcance de las manos.

250 000 Leonenses reciben Daniel Ortega entre rayos y llovias tropicales. Foto: Jairo Cajina.

tisdag 11 oktober 2011

COLOMBIA-UP: ¡“Ni un minuto de silencio, toda una vida de combate”!



¡“Ni un minuto de silencio, toda una vida de combate”!

Extractos históricos de la vida de la Unión Patriótica de Colombia en un nuevo libro “Unión Patriótica, expedientes contra el olvido”, por Roberto Romero


Lea todo el libro (435 páginas): es.scribd.com/doc/68373112/Libro-Memorias-en-Baja-1

POR DICK EMANUELSSON


TEGUCIGALPA / 2011-10-11 / Son 435 páginas llenas de testimonios sobre la gloriosa Unión Patriótica (UP). Entrevistas y relatos sobre la vida de un movimiento político alternativo, completa y rotundamente antagónico al sistema oligárquico que decidió silenciarlo físicamente a tal grado que se habla por primera vez, en Latinoamérica, de un “genocidio político”.
Dicen por ahí que el periodista no tiene que tomar parte, que tiene que ser neutral pero yo digo que esas son expresiones hipócritas porque no hay reporteros o periodistas neutrales. Sólo se permite la libertad de no serlo a quienes ejerzan esta profesión siendo funcionales a este sistema, pero somos muchos los trabajadores que no aceptamos amos ni cadenas.
Entre mujeres y hombres, los miles de colombianos que se afiliaron a este movimiento de izquierda y dieron sus vidas en la patriótica tarea, me regresan imágenes dolorosas de esa Colombia inolvidable, la combativa y heroica que sigue poniendo el pecho contra la dictadura más antigua y sangrienta de las Américas.

EL LIBRO ESCRITO POR mi viejo amigo y camarada, Roberto Romero, ex jefe de la redacción del semanario VOZ, será presentado el 18 de octubre, refleja esos momentos más duros y complicados en la historia de un movimiento popular que llegó a ser una alternativa de poder en Colombia, dominado y controlado por la oligarquía militarista y las Fuerzas Militares.
Bernardo Jaramillo. Foto: Dick E.
Tengo muchos recuerdos de esos años, entre tantos hay uno que nunca voy a olvidar, que habla cuando Aída Abella, que había asumido la presidencia de la UP después que fuera asesinado el 22 de marzo de 1990 el joven y carismático comunista Bernardo Jaramillo, me dijo por teléfono que ya no podían enviar más comunicados por fax al exterior porque Telecom había cerrado la línea por falta de pagos.
“Nos matan camaradas todos los días y es por eso que nos hemos excedido en la cuenta de Telecom, tantos muertos y comunicados y ahora nos silencian hasta por el teléfono”, decía la compañera con indignación y dolor. La Asociación Jaime Pardo Leal en Suecia y un aviso en el diario donde trabajaba yo, resolvieron el pago de la factura de Telecom, la movilización en pos de la solidaridad internacional era y es también la parte hermosa de ese movimiento político.

1988: EN LA SEDE DE LA UP las “sábanas de papel” de la impresora mostraban una lista que parecía interminable, recorrerla era encontrar unos 500-600 nombres y apellidos. Eran las victimas de la UP, el saldo de sangre de los dos primeros años, cifra que se multiplicaría varias veces más, con el correr de los días.

“No voto por la UP por que no quiero que mi amigo sea otra víctima de la guerra sucia por ser de esa estructura”, decía mucha gente que prefería votar a los partidos tradicionales en vez de hacerlo por (sus propias convicciones) su amigo, compañero de trabajo o el vecino. Preferían que perdiera la elección antes que asumir un cargo en las corporaciones públicas y así firmar su propia sentencia de muerte. Tal el miedo que lograron instalar en esa etapa gloriosa de movilización del campo popular colombiano.
 

Asesinados cinco miembros de la JUCO
EL CALIBRE Y CORAJE DE ESTOS COMPAÑEROS era y es firme, grande. En muy pocos casos se fueron al exilio, sólo algunos en riesgos extremos como el de de Aída Abella, que fue blanco y víctima de un roquetazo en pleno centro de Bogotá y los propios compañeros la hicieron marchar hacia el exilio.
Caso similar el padecido por Joaquín Pérez Becerra, de profesión ingeniero industrial del Valle del Cauca, concejal en el municipio de Corinto, que fue amenazado todo el tiempo por los militares de la 3ª División del Ejército por su trabajo político y cuya esposa fue secuestrada en su lugar. Ese fue otro caso extremo por lo cual la UP y el PCC se vieron obligados a enviarlo hacia “afuera” en 1994. Ayer fue procesado en Bogotá por el mismo estado terrorista que lo empujó de su patria, por presidir una agencia de noticias alternativa y ser “embajador de las FARC en Europa”, estigmatización que le tiraron encima pretendiendo justificar la persecución.
Resulta imprescindible tener bien claro que guerra sucia no implica solamente matar al opositor, sino que para dotarla de fortaleza también utilizan los poderes de estado y la debilidad de otros estados apelando a la guerra psicológica, eslabón de la cadena de oprobios, impunidad y genocidio.

ESTA MAÑANA LE DIJE A MIRIAN, mi esposa y camarógrafa, que Honduras se está pareciendo cada día más a Colombia. Y el Frente Nacional de Resistencia Popular (FNRP) se parece cada día más a la Unión Patriótica. Durante la última semana han sido asesinados tres campesinos organizados en el Bajo Aguan. Y esta mañana supimos que fue ejecutado el campesino, Santos Seferino Zelaya, de 35 años de edad, perteneciente al asentamiento rural “La Aurora”, una de las bases del Movimiento Unificado Campesino del Aguan, MUCA. Dejó dos hijos de 8 y 10 años, asesinaron sus sueños y hasta el futuro de esas criaturas.
Otras 15 mujeres campesinas han sido secuestradas por los guardias armados del hombre más poderoso de Honduras, Miguel Facussé, terrateniente más fuerte de este país.
 
Más viudas y niños huérfanos en el Bajo Aguán. Foto: Mirian Emanuelsson
Como en Colombia, en Honduras, entre el reino de impunidad y espanto, hay hombres y mujeres valientes que no vacilan ante la muerte, que también dicen, como han gritado los miles de militantes de la Unión Patriótica en los cementerios de Colombia cuando han enterrado a sus camaradas;
 
¡“NI UN MINUTO DE SILENCIO, TODA UNA VIDA DE COMBATE”!

Quienes hemos vivido ese horror y mantenemos firme la memoria, con angustia frente a los recuerdos y el por-venir que estamos percibiendo en Honduras, nos sumamos a esa consigna y reafirmamos que no existe la neutralidad en el periodismo y eso es lo bueno. Somos independientes de poder alguno, porque somos indómitos y no existe dinero para comprar nuestras conciencias, pero por sobre todo somos trabajadores que rendimos culto a la memoria y la agitamos cuando se trata de detener crímenes que se cometen contra los pueblos.

Abajo un extracto del libre, la entrevista con Aída Abella.
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Aída Abella;

Los altos mandos hacían listas de los condenados a muerte de la UP y se jactaban de ello


A
ída Abella ha sido una de las más aguerridas dirigentes sindicales del país. Desde muy joven, en el Ministerio de Educación, se destacó en la defensa de los intereses de los trabajadores. Salió electa como concejal de Bogotá en 1992 con una de las votaciones más altas de la izquierda en la capital. Fue elegida en 1990 a la Asamblea Nacional Constituyente y en 1991, un congreso de la UP, en plena guerra sucia, la escogió como presidenta de la organización. Se marchó al exilio pocos días después de sufrir un grave atentado el 7 de mayo de 1996 cuando sicarios intentaron lanzar un rocket contra el carro en que se movilizaba. Desde Europa continúa su actividad política, fundamentalmente en defensa de los Derechos



Humanos. En junio de 2011 se le vio en varios mítines en Francia contra la presencia del ex presidente Uribe en la Escuela de Ingenieros de Metz, que lograron su renuncia a una cátedra que regentaba allí. Estas son las primeras declaraciones en muchos años de la reconocida dirigente de la UP, quien también envió un video de saludo al acto de perdón del Estado por el crimen del senador Manuel Cepeda, que tuvo lugar en el Salón Elíptico, con el Congreso de la República en pleno, el 9 de agosto de 2011.

“No tenemos Estado de Sitio permanente, pero las amenazas y asesinatos continúan”


Hablemos de sus inicios en la vida política. ¿Cuál era el panorama político cuando nace el movimiento y cómo llega a la presidencia de la Unión Patriótica?

–Siempre que me preguntan sobre algo relacionado con la Unión Patriótica, no puedo dejar de rendirle homenaje a todos nuestros compañeros que cayeron en el gran patíbulo que se llama Colombia. Son las presencias ausentes que llenan nuestros recuerdos y nuestra vida.

Cuando nació la UP en 1985, mi actividad política principal estaba dirigida al movimiento sindical. Ocupaba la Presidencia de la Federación Nacional de Trabajadores del Estado FENALTRASE y la presidencia del Sindicato de Trabajadores del Ministerio de Educación Nacional SINTRENAL, al cual me había vinculado desde 1971. También hacía parte del Comité Ejecutivo de la Confederación Sindical de Trabajadores de Colombia CSTC.

En esa incansable lucha por la paz, con reformas sociales, que hicieran de Colombia una verdadera democracia, donde se supere ese concepto mezquino de asimilar democracia con el depósito de votos un día cualquiera, y como resultado de los acuerdos firmados en la Uribe entre la insurgencia y el gobierno, se crea en 1985 la Unión Patriótica. Muchos sectores populares se vincularon de forma entusiasta para apoyar este novedoso proyecto de paz. Se veía como la esperanza, como algo diferente, con personas que no habían estado en la política tradicional, con luchadores por cambiar esa política asfixiante que se respiraba por todas partes y que se traducía en una alta abstención.

El manejo bipartidista que se la daba a la política desde los tiempos de la supuesta “independencia” y que se acentuó en el periodo del Frente Nacional, había borrado del mapa político colombiano cualquier partido o movimiento político diferente al liberal y conservador, que en el fondo eran lo mismo. La única diferencia era el color de su bandera, roja o azul. La inconformidad no se podía manifestar pues el Estado de Sitio permanente o estado de excepción, la alta militarización, o las formas despóticas como se ejercía el poder, impedían demostrar la inconformidad.

Las manifestaciones eran reprimidas, las huelgas prohibidas y declaradas ilegales, mientras campeaban los despidos injustificados, las detenciones arbitrarias, los seguimientos a la dirigencia sindical y a los políticos y militantes de oposición.

Las amenazas, que eran frecuentes, las intercepciones telefónicas, los allanamientos de casas y oficinas también hacían parte de las prácticas del poder. Con el Estatuto de Seguridad, en el gobierno de Turbay Ayala, entre 1978 y 1982, se recrudeció la ola de allanamientos. Los gendarmes llegaban a las casas muy temprano, entre las 4 y 5 de la mañana, bloqueaban las vías de acceso a las viviendas con camiones del Ejército sin placas, vestidos de civil, con ruanas y debajo de ellas, las metralletas. Requisaban todo, hasta las ollas. Se llevaban lo que querían, libros, cartas personales, las cuitas de los enamorados, retratos de familia, pasaportes, dinero y hasta las joyas. A las personas en Bogotá las conducían a las caballerizas militares de Usaquén de la carrera 7 con calle 107. Los cuarteles se convirtieron en centros ilegales y clandestinos de reclusión donde no eran extrañas las torturas. Muchos murieron víctimas de estos procedimientos prohibidos por la ley.

Me acuerdo de Darío Arango, de Puerto Berrío, Antioquia. El 7 octubre de 1979, este dirigente popular, vicepresidente del Concejo donde había llegado por las listas de la Unión Nacional de Oposición, líder del sindicato del río Magdalena, un hombre muy alto y corpulento, militante comunista, lo mataron de esa manera.

En 2011 las cosas no han cambiado. No tenemos Estado de Sitio permanente, pues la Constitución de 1991 lo abolió. Ahora se amenaza y luego se asesina sin fórmula de juicio. En muchos de estos crímenes están vinculados por omisión, colaboración o ejecución directa, miembros de las Fuerzas Armadas, que están instituídas para proteger a los ciudadanos, convirtiéndose todas estas prácticas en evidentes crímenes de Estado.

Desde siempre la política y los cargos de dirección de la administración pública se emplearon para el enriquecimiento personal. Se llenaron sus bolsillos y los de sus familiares, y por eso defienden esta pantomima de “democracia”, donde el Estado está al servicio, no solo de las clases dominantes, sino también de los nuevos ricos y sus sirvientes. La corrupción se desborda en todos los sectores de la empresa privada y la administración pública.

Había una fatiga en la población que esperaba ver gente nueva en la política, con opiniones diferentes. Los que ayudamos de cerca en la primera campaña electoral de la Unión Patriótica, bajo la conducción de Jaime Pardo Leal, en 1986, sentimos esa gran oleada fresca del pueblo en los sindicatos, barrios, sitios de trabajo, en las calles y plazas.

El día de las elecciones muchas personas, especialmente jóvenes, pedían las papeletas de las listas que encabezaban los comandantes guerrilleros que hacían política con las banderas de la UP tras los acuerdos de cese al fuego, tregua y paz, firmados entre el gobierno de Betancur y las FARC. Generalmente sus nombres eran diferentes en la vida real y costaba trabajo convencer a los electores que se trataba de los mismos compañeros, sólo que para los comicios tenían que figurar como aparecían en sus cédulas.

El 9 de diciembre de 1990 tienen lugar las elecciones para la Asamblea Nacional Constituyente ANC. Ese día salimos elegidos con Alfredo Vásquez Carrizosa, presidente del Comité Permanente por la Defensa de los Derechos Humanos, en la lista Por la Vida y los Derechos Humanos, la número 8. Una vez culminó sus labores la ANC el 4 de julio de 1991, promulgando una nueva Carta, se eligió la Asamblea Nacional Legislativa, popularmente llamada el Congresito, del cual hice parte. El 14 y 15 de diciembre de 1991 se realizó el congreso extraordinario de la UP. Allí me escogieron como presidenta del movimiento.

“En plenas deliberaciones de la Constituyente, llamada a ser un nuevo pacto de paz, a diario asesinaban militantes de la UP”


Usted salió electa para la Asamblea Nacional Constituyente en 1990, cinco años después del nacimiento de la UP, sin embargo mientras se desarrollaban las deliberaciones en esa institución, que debería llevar al país a un tratado de paz, continuaba la matanza.

–Las actas de la Asamblea Nacional Constituyente ANC y las de la Asamblea Nacional Legislativa, el Congresito, que funcionó unos meses después de firmada la Constitución en julio de 1991, están regadas con la sangre de nuestros compañeros. Los cientos de asesinatos fueron denunciados, generalmente al comienzo de las sesiones. Durante este periodo se continúa con el genocidio. Un día después de instalada la ANC, el 5 de febrero de 1991, encuentran la muerte a manos de unidades del Batallón Granada, los humildes trabajadores Esteban Coronado y su hijo Carlos López, en Barrancabermeja. Detenidos y vendados, fueron conducidos a un carro del Ejército. Posteriormente sus cuerpos aparecieron abaleados y la versión de los diarios locales era la de siempre: se trataba de guerrilleros muertos en combate. Y la última denuncia, el asesinato de Juan Carlos Álvarez, en Segovia, Antioquia, el 19 de noviembre de 1991, minero y dirigente de la UP en esa región, capturado al salir de su turno de trabajo a las 5 de la mañana y horas más tarde encontrado su cadáver con signos de tortura e impactos de bala en la cabeza. Hay que anotar que varios generales asistían diariamente a las deliberaciones de la ANC, lo que para mí era un hecho completamente irregular que denunciaba permanentemente en las sesiones, porque se percibía como una coacción, pero siguieron campantes. Se situaban en el ala derecha de la presidencia de la corporación. Conocían de primera mano las denuncias públicas que hacíamos, pero no se les daba nada. En plenas deliberaciones de la Constituyente, llamada a ser un nuevo pacto de paz entre los colombianos, asesinaban a nuestros militantes de la UP día a día.

En esos cinco años transcurridos desde la fundación de la UP a la instalación de la ANC, el movimiento había sido víctima de matanzas selectivas, masacres de la peor barbarie como la de Segovia, en Antioquia, el 11 noviembre de 1988, que dejó 43 muertos y decenas de heridos, la de Piñalito, en el Meta, en junio de 1988, desapariciones y amenazas en todas las regiones del país. En 1986 comienza la aplicación del operativo militar conocido como El Baile Rojo, dirigido contra los congresistas de la UP recién elegidos. El 30 de agosto de 1986 asesinan a Leonardo Posada, electo Representante a la Cámara por el pueblo de Barrancabermeja y dos días después, el 1 de septiembre, cae víctima de los sicarios el Senador Pedro Nel Jiménez en la puerta del colegio de su hija en Villavicencio, quien presenció la muerte de su padre. Eran los primeros congresistas de la UP sacrificados. Esto concitó la protesta nacional y me acuerdo que comenzó a corearse una consigna creada espontáneamente por el pueblo y que prendió en todo el país: Sí señor, cómo no, el gobierno lo mató, y que sintetizaba lo que cada uno de nosotros sentía ante el exterminio. El mensaje era claro: los elegidos deberán morir por el solo hecho de pertenecer a la UP. En esos momentos cundía la preocupación en el común de las gentes que se fue diluyendo ante los crímenes que no daban tregua. La sociedad, y eso es lo que querían los enemigos de las libertades democráticas, comenzaba peligrosamente a acostumbrarse a la muerte como en las peores épocas de La Violencia.

El terrorismo de Estado explica el genocidio contra la UP


¿Cómo explicar semejante situación de violencia sistemática contra una nueva alternativa política que naciera de unos acuerdos de paz?

–El terrorismo de Estado que se le aplicó a la Unión Patriótica, apenas ésta nació, fruto de un acuerdo de paz entre el gobierno de Betancur y las FARC en 1984, se denunció desde el primer momento. Basta con mirar los comunicados de la UP. Por ejemplo, uno de enero de 1986 anotaba: “El debate electoral para renovar las corporaciones públicas y elegir Presidente de la República, se realiza en medio de grandes restricciones que limitan los derechos y garantías de las fuerzas democráticas y particularmente de la Unión Patriótica. Al amparo del Estado de Sitio, el militarismo hostiga y monta provocaciones en las regiones de influencia de nuestra organización, creando un clima de tensiones dirigido a imponer la suspensión de los comicios allí donde la UP y otros movimientos no tradicionales pueden obtener resultados favorables.”

Entonces, la práctica sistemática del terrorismo de Estado explica el genocidio contra la UP. La oligarquía dominante puso en práctica estrictamente las concepciones de la Doctrina de la Seguridad Nacional y del “enemigo interno”, diseñadas en la Escuela de las Américas y en el Comando Sur de EE.UU. Las mismas que aplicaron todas las dictaduras del Cono Sur. En Colombia no era necesaria una dictadura. Han adaptado la “democracia” de tal manera que cometen crímenes peores que en los regímenes despóticos, a nombre de ella. No tengo ninguna información que dé cuenta que en la época de Pinochet se hubiera utilizado la motosierra para el descuartizamiento de personas, hornos crematorios o el lanzamiento de personas vivas o muertas a ríos infestados de caimanes, para citar algunos casos tenebrosos de lo que ha pasado y sigue sucediendo en Colombia. En todo este análisis de lo que pasó con la Unión Patriótica no se puede dejar de lado el estudio de documentos como los de Santa Fe 1, 2 y 3, que fueron manuales perfectos para consolidar el proyecto contrainsurgente en Colombia y que llenó de sangre, terror y lágrimas todos los rincones del país.

Desde un principio todos sabíamos que el terrorismo de Estado estaba operando, que detrás de las masacres, desapariciones, asesinatos, amenazas y desplazamientos forzados, estaban, como aún lo están, las fuerzas militares, los terratenientes, la burguesía, los políticos liberales y conservadores, pero en las dimensiones que se han conocido por las revelaciones de los jefes paramilitares, jamás.

Sin embargo, el país no logró impedir este baño de sangre con su movilización y protesta

–Creíamos que había reservas democráticas capaces de detener este baño de sangre. Creíamos que las gigantescas movilizaciones que se daban frente a los asesinatos, tendrían alguna repercusión. Nos equivocamos. Eso sucede en las democracias de verdad, donde las manifestaciones de los ciudadanos tienen efectos casi inmediatos en la conducción de las políticas de los gobernantes. Estamos frente a la burguesía más asesina de América Latina, capaz de desaparecer físicamente al adversario político para conservar sus privilegios. Convirtieron a Colombia en un patíbulo, donde se ejecuta la pena de muerte en cualquier parte, en una oficina de una Asamblea Departamental, en la casa, en un bus interurbano, en un restaurante, en la iglesia, en el camino veredal, en la carretera, en la sede sindical o política, a la entrada de un colegio, en la escuela donde se dicta clase, en la universidad, en la finquita, en la calle, a plena luz del día o en la sombras de la noche. No hay sitio vedado. Se nos olvidó que la violencia que ha sacudido a Latinoamérica tiene sus raíces profundas desde la conquista, donde la política y la religión se impusieron a sangre y fuego, cuando las chozas de los indios fueron saqueadas con una cruz en la mano. Comprobamos que la cúpula de la Iglesia Católi- ca colombiana, una de las más retrógradas del continente, siempre ha estado al lado del poder. Al igual que en Argentina, guardó un sepulcral silencio ante el genocidio de la izquierda. Ningún pronunciamiento. Sus iglesias no abrieron las puertas a los perseguidos como en Chile, en la época de Pinochet; por el contrario, se negaron a celebrar entierros como lo pedían algunas familias. Todos recordamos el comportamiento de Monseñor Pimiento, en Manizales, cuando la familia de Bernardo Jaramillo rogó una misa en su entierro. Se negaron. Podemos hablar de una cierta complacencia que contradice los principios cristianos.

La izquierda deja sola a la Unión Patriótica


¿Y qué pasó con el resto de la izquierda frente al genocidio de la UP?

– Dolorosamente tuvimos que presenciar la entrega del M-19 y su asimilación al establecimiento. Para sobrevivir doblaron las rodillas, se entregaron al poder como si aquí no hubiera pasado nada y frente al peor genocidio político en la historia del continente.

Ever Bustamente, otrora destacado jefe de ese movimiento, me lo dijo en una reunión del Consejo Nacional Electoral en 1991: “No queremos transitar el camino de la Unión Patriótica, por eso no somos oposición”.

Y Navarro Wolff lo confirmó en un encuentro que tuve con él, como lo hicimos con todos los partidos que contaban con miembros elegidos a la Asamblea Nacional Constituyente. Estábamos haciéndole campaña al cambio del capítulo de la fuerza pública para la nueva Constitución, sobretodo en la definición de los delitos militares. Su respuesta fue contundente: “Todavía nos ven con el morral en la espalda; el capítulo de la fuerza pública no se toca”. Tenían acuerdos con el Ejército; en las votaciones se vio perfectamente. Sin embargo, les mataron gente. Sus militantes me buscaban para que yo hiciera las denuncias, pues los encumbrados no abrían su boca al respecto. No solo habían perdido las charreteras sino también la dignidad.

Como lo afirmó el columnista Camilo González Posso, en El Tiempo, el 18 de septiembre de 2007, “el uso ilegal y arbitrario de las armas ha sido parte de la historia de Colombia desde siempre, y desde el siglo XIX ha servido para el ejercicio del poder. La mitad del siglo XX transcurrió en medio de un régimen de Estado de Sitio y la defensa del orden se hizo ‘combinando todas las formas de lucha’, a veces con chulavitas, otras con pájaros o mercenarios de varios uniformes. La guerra fría educó en tortura y desaparición y en alianzas con toda suerte de mafias, narcos, paras y la llamada ley de fuga. Y ese entrenamiento en la combinación de formas de lucha para la defensa de poderes regionales, locales y nacionales, tuvo su expresión mayor, en el cruce de siglos, con la expansión del paramilitarismo, que sigue vivo aunque en crisis irreversible”.

Lo anterior, añadiría, financiado con los impuestos de los colombianos o a través del boleteo, como se lo impusieron a los grandes y pequeños propietarios, a los grandes y pequeños comerciantes. Hasta las tiendas de los pueblos, en muchas regiones, fueron obligadas a cotizar mensualmente a los escuadrones de la muerte, so pena del destierro o el asesinato. El genocidio se hubiera podido evitar si hubiésemos tenido verdaderos demócratas en la conducción del Estado. Tuvimos Presidentes, algunos asustadizos, otros con sentimientos de culpa, dando pésames telefónicamente ante los asesinatos o los atentados, y otros, como parte integrante del fascismo ordinario, con cara de demócratas. Por eso continúa el genocidio. Esta semana, cuando se me hace esta entrevista, el 7 de junio del 2011, fue asesinada Ana Fabricia Córdoba, en Medellín, sobreviviente de la UP que lideraba una organización que luchaba por la tierra de los desplazados. Había denunciado a sus enemigos, a quienes la iban a matar. No recibió ninguna protección y si la hubiese recibido de parte del Estado, tampoco le hubiera salvado su vida: los escoltas del DAS son la pantalla para matar más rápido. Se volvió importante el día de su muerte. Antes había perdido a su marido y a dos hijos, también asesinados; los que quedan, están amenazados. Es el exterminio de toda una familia.

Pero el Estado siempre aducía que estaba tomando las medidas necesarias para proteger a los dirigentes de la UP

–Varios de los sobrevivientes nos salvamos porque no llevábamos en las escoltas agentes del DAS o de la Policía. Nos acompañaban hombres y mujeres de la UP que arriesgaban la vida con nosotros. Cuando decidí salir del país, el 9 de mayo de 1996, una de las poderosas razones para dejar la patria fue la escolta impuesta por la Policía. Después del atentado que sufrí cuando me dirigía a la sede de la UP, sentí que moriría por culpa de ellos.

Estas supuestas protecciones por parte del Estado se convirtieron en las escoltasseguimientos. Tenían los datos exactos de los desplazamientos, de las rutinas de trabajo, de las casas de los familiares, de los colegios de los hijos, del sitio de mercado, del garaje donde se arreglaba el carro, de la peluquería, del amigo, que eran transmitidos a los jefes de la “inteligencia militar”.

Se hicieron listas en el Ministerio de Defensa de los condenados a muerte y se enviaban a todas las brigadas militares. Los mandos castrenses se jactaban de ello y hasta las mostraban en los actos sociales, donde se codeaban con la alta sociedad. El general Iván Ramirez Quintero, comandante de la Primera División, en la Costa Atlántica, la cargaba en su bolsillo. Entre los asesinados figuraba Luis Meza Almanza, profesor de la Universidad del Atlántico. Eso explica por qué militantes amenazados que se desplazaban a sitios distantes, fueron ultimados a los pocos días.

¿Cómo era el comportamiento de los medios, de la prensa, frente al genocidio contra la UP?

–Los genocidios no son espontáneos, no aparecen porque sí. Se planifican estrictamente y siempre está detrás la mano del Estado. Preparaban a la población para que se resignara ante los crímenes y para ello utilizaban los medios de comunicación, los columnistas, que juegan un papel especial. No hay sino que leer algunos de los artículos de Carlos Lemmos Simmonds, de Panesso Robledo, de Arturo Abella, de Enrique Santos, entre otros, señalando, descalificando y hasta justificando los asesinatos. Editoriales de Nueva Frontera, El Tiempo, publicaciones de las Fuerzas Armadas, El Colombiano y otros periódicos y revistas nacionales como locales, dan testimonio de ello. Ni qué decir de la radio, especialmente RCN y CARACOL, al servicio del establecimiento.

Algunos periodistas tuvieron que dejar forzadamente sus puestos porque no se plegaron a cambiar las informaciones que tenían sobre los autores de las matanzas. Otros no publicaban las noticias porque les parecerían demasiado peligrosas en esa autocensura del miedo. Eso ocurrió, por ejemplo, cuando la situación de violencia se profundizó en Urabá. En la diagonal San Jorge, de Apartadó, varios dirigentes sindicales y miembros de la UP, fueron bajados de un bus, decapitados a machete y sus cabezas puestas en estacas en la carretera por donde pasaba el resto de autos que transportaban a los obreros de las fincas bananeras. El más bárbaro escarmiento, acompañado de la advertencia de que correrían igual suerte quienes permanecieran en los sindicatos o en las filas de la UP. También se le escondía a la opinión hechos como el asesinato de sindicalistas en alguna finca bananera y cuyas cabezas eran enviadas al casino mientras los trabajadores almorzaban. O cuando en San Pedro de Urabá fueron asesinados varios militantes de la UP en la plaza del pueblo y jugaron fútbol con sus cráneos. Solamente se pudo sacar a la luz pública algo similar, un domingo sin noticias cuando algún periodista llamó para saber si teníamos novedades.

Le manifesté que sí, pero que lo haría en directo sobre esas macabras prácticas del paramilitarismo. Al otro día nos atiborraron de amenazas, pero sirvió para detener, en parte, esas rutinas de la muerte.

La impunidad y el sobresalto del general Bedoya

La cadena de crímenes también encontraba aliento en la impunidad pues rara vez había detenidos y menos condenados…

–Para el genocidio de la UP se estableció todo un esquema de impunidad. La justicia penal militar era uno de ellos, aún con los cambios presentados. Todavía existen tribunales castrenses montados para garantizar que los crímenes oficiales no tengan castigo. Pero si se llegan a adelantar los procesos, los fiscales que se atreven a tocar las estructuras militares, sus servicios secretos o sus mecanismos encubiertos, es decir, los paramilitares, son sometidos al escarnio público como enemigos de la sociedad, asesinados o desterrados.

Viene a mi mente, no recuerdo la fecha exacta pero si los personajes, un caso que nos ocurrió en 1995. Fuimos a manifestarle al ministro del Interior, Horacio Serpa, que a muchos militantes y dirigentes de la UP los seguían asesinando las Fuerzas Armadas.

Nos propuso, entonces, tener un encuentro con los comandantes. Nosotros aceptamos sin vacilar un instante. Ese día nos encontramos, en una sala bellísima del Palacio Liévano, en el segundo piso del edificio donde despachaba Serpa, con el general, Harold Bedoya, comandante del Ejército, el almirante Holdan Delgado, de la Armada, el general Montenegro, de la Policía Nacional, y otro militar que al parecer era integrante de la Procuraduría ante las fuerzas militares. El único que faltó fue el de la Fuerza Aérea. El ministro presidía la reunión. A su derecha brillaban los uniformes y a su izquierda, estábamos los dirigentes del Partido Comunista y de la Unión Patriótica, Álvaro Vásquez, el senador Hernán Motta y yo. Allí se les reafirmó que teníamos muchos testimonios de compañeros y amigos que llevaban a pensar de la complicidad de las fuerzas militares en los crímenes contra la UP. Nos referimos a las amenazas contra nuestros militantes y del Partido Comunista, provenientes de elementos del Ejército, Policía y cuerpos de seguridad y que el refugio de los asesinos eran varios cuarteles en diferentes lugares del país. Denunciamos que después del registro, en operativos castrenses a viviendas y lugares de trabajo de nuestros partidarios, llegaban los sicarios a consumar los asesinatos. También narramos cómo las brigadas militares eran visitadas por reconocidos jefes paramilitares, que citamos con nombres propios, en las regiones martirizadas por la violencia.

El primero en responder fue el general Harold Bedoya. Sobresaltado, con sus grandes ojos claros desorbitados, comenzó a gritar –hasta los periodistas que se ubica ban en el primer piso del edificio escucharon su elevado tono – que venía a una reunión y no a que se le irrespetara, y que por consiguiente se retiraba. Salió enfurecido tirando la puerta del despacho. Serpa tomó la palabra para decir que había convocado la reunión buscando limar asperezas, pero veía que no era posible y la reunión se acabó. La jerarquía militar no resistía el más mínimo debate. Era consciente que sus operativos, diseñados desde la cúpula, se conocían.

Nos van a matar a todos, me dijo Miller cuando le revelé la Operación Golpe de Gracia

Sabemos que usted fue la primera persona que conoció los detalles de la llamada Operación Golpe de Gracia, dirigida contra la UP, ¿cómo fue esa historia?

–En efecto, nosotros poseíamos, por diferentes fuentes, una información veraz muy grande e irrefutable. Personalmente recibí, a mediados de 1993, el anónimo que llegó a la UP sobre la Operación Golpe de Gracia. En términos generales, en una hoja escrita a máquina, alguien nos hacía conocer que la cúpula militar de la época se había reunido (estaban los nombres y apellidos), para discutir dos opciones: si se abrían procesos judiciales amañados para llevar a la dirigencia de la UP a la cárcel o si seguían con el plan de exterminio contra la dirección nacional y los comandos departamentales. Primó la segunda.

De inmediato preparamos una carta a las organizaciones de Derechos Humanos del mundo como Amnistía Internacional, Human Rights Watch, FIDH, entre otras, transcribiendo la grave amenaza que pesaba sobre todos nosotros. Salí a la sede del Partido Comunista y allí encontré a Miller Chacón, el secretario nacional de organización del PCC, que había reemplazado a Teófilo Forero, asesinado junto con su esposa y dos dirigentes más el 27 de febrero de 1989 en Bogotá. Le entregué el anónimo que leyó con cuidado. Era un hombre muy tranquilo, pero observé que su preocupación lo perturbó. “Nos van a matar a todos”, expresó sin rodeos. Ese fin de semana se reunió la dirección del Partido para tomar las medidas de protección. Miller, un estudioso de la política, funcionario de toda la vida, el organizador, que deseaba poner a todo el mundo a salvo, fue el primero en caer víctima de este plan, el 25 de noviembre de 1993, en una calle al sur de Bogotá. Luego vendría el asesinato de Manuel Cepeda, casi nueve meses después, el 9 de agosto de 1994.

Habíamos visitado varias veces al flamante ministro de Defensa del presidente César Gaviria, Rafael Pardo Rueda, para denunciar estos planes. En su despacho estuvimos con Álvaro Vásquez, Manuel Cepeda y Hernán Motta, entre otros. Jamás se inmutaba ante las gravísimas denuncias y parecía que los muros del despacho eran más susceptibles frente a lo que decíamos. Su frase preferida, al menos en nuestras reuniones, era, “no les creo, pruebas, pruebas”. Siempre me impresionó que ni siquiera nos mirara. Sus ojos permanecían clavados en la mesa y con un bolígrafo en la mano. Esa frialdad y deshumanización ante hechos tan serios, me llevaron a reconfirmar que todo estaba calculado.

¿Pero toda esta ola de atentados obedecía realmente a una política de Estado?

–El establecimiento estaba advertido, desde los primeros asesinatos, que las fuerzas militares se encontraban seriamente implicadas. Desde hace muchos años pienso que los graves hechos violatorios de los Derechos Humanos, como las desapariciones forzadas, los asesinatos calificados en términos disimuladores como “ejecuciones sumarias” y últimamente los mal llamados “falsos positivos”, son crímenes cometidos por las Fuerzas Ar madas. Nadie supervisa las enseñanzas que se le imparten a los militares y los métodos que utilizan. A los jóvenes reclutas se les dan tratos inhumanos y degradantes, incluso muchas veces se les tortura o se les maltrata por medio de palizas, levantarse súbitamente a altas horas de la noche; se les obliga a bañarse con agua helada en la madrugada; se les hace limpiar el suelo del cuartel con su cuerpo y ropa mojada; se les parten maderos en su cuerpo o se les quema; se les obliga a volverse informante de su propia familia; se les enseña y conmina a robar, asesinar, empezando por los mendigos, las prostitutas, y el que se oponga a estas conductas dentro de la tropa, es llevado a la muerte. Testimonios dolorosísimos de mujeres que recibieron a sus hijos en cajas funerarias y si intentaban abrirlas, recibían las peores amenazas. Siempre quedaron con la incertidumbre de no poder darle una última mirada al hijo amado. Algunas veces les decían que eran suicidios.

De esto no se escapa ni el Batallón Guardia Presidencial. Recibí a varias mujeres que me contaron horrores cuando tenía un asiento en el Concejo de Bogotá por la UP. Les obligaban a los jóvenes bachilleres a extorsionar los bares cercanos al Batallón Guardia Presidencial. Jóvenes que querían desertar, desaparecer, se negaban a ser atracadores oficiales y repartirse entre ellos los dineros recogidos. Jóvenes que retaban a sus padres a escoger entre tener un hijo atracador o desertor.

Las prácticas crueles prohibidas por la Constitución de 1991 continúan en los cuarteles. Los suboficiales y oficiales se ensañan contra los reclutas porque con ellos hicieron lo mismo y deben seguir aplicándolo para formar a quienes van a integrar posteriormente las filas de sicarios, de delincuentes, de paramilitares. Es la licencia institucional para matar. Es la formación distorsionada que se hace con los dineros de todos los colombianos. Están listos cuando salgan de los cuarteles para instruir en técnicas salvajes, inhumanas. Están entrenados para desaparecer sin dejar rastros. Es lo más parecido a una fábrica de criminales en serie. Lo irónico es que se dictan a menudo clases por el respeto de los Derechos Humanos por parte de personas muy profesionales, cursos que de nada sirven en la práctica. Sólo les representa a ellos la disculpa de que han hecho talleres que muestran en los estrados internacionales y para conseguir recursos a nombre de los derechos que pisotean a cada instante. Estas son las consecuencias de la oficialidad graduada en la fatídica Escuela de las Américas y las otras que la han reemplazado en los EE.UU.

Estando en plena Asamblea Nacional Constituyente, en abril de 1991, el general Luis Eduardo Roca Maichel, comandante general de las Fuerzas Armadas sancionó la Directiva No. 200-05/91 mediante la cual se establecían y organizaban redes de inteligencia. En su numeral 1, se reconoce que en ello se siguen “recomendaciones que hizo la comisión de asesores de las Fuerzas Militares de los Estados Unidos”. Dichas redes y particularmente la Red 07 de Inteligencia de la Armada Nacional, se constituyeron prácticamente como una poderosa estructura paramilitar que perpetró numerosos crímenes de lesa humanidad, cuyos autores fueron además protegidos por las estructuras institucionales de impunidad, como señala el libro Deuda con la humanidad, paramilitarismo de Estado en Colombia 1988 – 2003, publicado por el Centro de Investigación y Educación Popular Cinep. El lenguaje de la guerra se ha impuesto y en ese lenguaje los civiles nos convertimos en objetivos militares como nos lo hacían saber en numerosas amenazas los paramilitares.